jueves, 2 de abril de 2009

Evaluación kafkiana

Siempre en las evaluaciones hay una sorpresa. Unas pastas de algún alumno agradecido, un comentario salido de tono o una extraña enfermedad, que ataca al profesor de turno sólo en las horas vespertinas, como si se tratase de un país tropical. Pero esta vez, en el último día, me he enfrentado a mi primera junta de evaluación kafkiana.


Lo normal, cuando un profesor se enfrenta a su primera evaluación, es que observe el devenir de las precedentes, fijándose en el procedimiento característico del lugar (por extraño que parezca, suelen haber pequeñas diferencias dependiendo del instituto en el que te encuentres, aunque todas se rijan por el mismo decreto). Así me pasó a mi y al resto de compañeros que he consultado.

De ahí mi sorpresa de que hoy haya visto a un jefe de estudios realizar una sesión de evaluación completa sin la intervención del tutor, que se situó cuan fiel escudero mudo a su lado (lo mejor era ese terrible rostro duro que contrastaba con el jolgorio del resto de compañeros). Podrías pensar que ésta es la política de este instituto, pero no más lejos de la realidad, dado que este año hemos asistido a varios bautismos de nuevos profesores, en los cuales se encontraban solos ante el peligro.

En fin, 20 minutos de evaluación con un repaso de la lista por parte de la única persona que no conocía el rendimiento académico real de estos alumnos, es decir, que simplemente se fijaba en la fría estadística, sin aportar ese pequeño sabor dulce que sabemos dar los especialistas de la tutoría (yo todavía después de 6 cursos no me he librado ni una sola vez) con nuestras pequeñas manías y preferencias personales. La única pregunta es que si es verdad que el tutor en cuestión, según me han dicho, afirma que tiene 20 años de experiencia docente: "¿dónde ha sido sino ha probado las mieles de la tutoría y ha llegado como interino de última hora?"

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