jueves, 1 de octubre de 2009

La travesía por la informatización de una enfermedad

La última vez que entré por urgencias en el hospital de Ávila tuve una mala experiencia. Me dejaron durante horas aparcado en una esquina (había ingresado a las 5 de la mañana y llegué a mi casa a la 1 de la tarde). Hoy me encontré en la misma disyuntiva y decidí esperar un par de horas para ir al centro de salud que tengo a unos 100 metros de mi casa. Menos tiempo, sí, pero un poco más esperpéntico también.

En los cinco años que llevo en Ávila no había cursado el cambio de médico de cabecera, seguía teniendo el de Benavente. De ahí que cuando llegué a admisiones tuve que enfrentarme a una bronca y después soportar los problemas de la recepcionista con el nuevo sistema informático que ha instalado la Junta de Castilla y León. Un cuarto de hora más tarde me asignó médico (ya sabes que es en función de la calle donde vives) y subí a verle. Después de desgranarle todo mi largo y extraño historial clínico (algo aburridísimo que hay que hacer cada vez que conoces a un médico nuevo), me encontré con que empezaba a mover el ratón de su ordenador y gesticular contrariado. Estaba iniciando un historial informatizado sobre mi persona, con lo que me alegré aún dada mi situación, ya que se acabaron las largas explicaciones. Al fin mi historial sería accesible para cualquier médico de la región.

Bueno después de concluir el historial y evaluar mi estado, llegó el tratamiento que ya sospechaba: inyección de Urbason; pero, sorpresa, no tenían inyectables en el centro de salud. Receta y en busca de una farmacia para conseguirlos. Ávila es Ávila, nunca busques nada abierto antes de las 10 de la mañana y eran las 9 y cuarto. Farmacia al lado del centro de salud, cerrada y con el horario de farmacias de guardia no actualizado. A casa para buscarlo por Internet. ¡Bien! La de Reyes Católicos está de guardia. Voy allí, cerrada también, pero bueno, abría en 5 minutos. Espero y entro. Le doy a la dependienta la receta y sorpresa otra vez, ya que al salir de nuevo de la trastienda dice: "No nos quedan. Pruebe en otra farmacia." Vuelta a la primera farmacia, que con tanto paseo se encuentra ya abierta. Consigo los míseros inyectables, sólo costaban 35 céntimos, y de vuelta al centro de salud para buscar una enfermera que me los inyectase en las posaderas (es una de las pocas inyecciones que aún se ponen en esa zona tan particular). Más tiempo de espera y al fin entro en la enfermería.

Bueno, dos enfermeras, una joven (por cierto bastante atractiva y que fue la que vio mi parte trasera al descubierto) y otra mayor que resultaba ser la madre de un ex-alumno mío. Respiro tranquilo, me había portado bien con él. La verdad es que para el chute que me dieron no me dolió mucho.

Aunque parezca que la historia ha acabado, no es así. Primera pregunta: "¿Quieres el inyectable que sobra para algo? Porque sino nos lo quedamos nosotras." Vamos que tienen que mendigar el Urbason, alucinante teniendo en cuenta que es el tratamiento recomendado para alergias. Y segunda: "¿Quieres un justificante para el trabajo?" Obviamente respondí sí a las dos preguntas. Pero, ¡mira tú por dónde! No tenían impresora para imprimir el documento en cuestión. Al final lo solucionamos con un papel que había por ahí (lo realmente importante es el sello).

En resumen todo este continuo devenir me llevó una hora y media. Por lo tanto acerté, aunque fue bastante desagradable mientras circulaba andando por la ciudad en mi estado, que no era preocupante pero sí molesto.

En fin, al igual que en otros sectores, "la necesaria informatización ha llegado, aunque me tocó pillar los momentos de transición en un estado un poco deplorable".

5 comentarios:

  1. umm chuchi se ntoa el interes en la enfermera joven e e e e e e

    ResponderEliminar
  2. pobre chuchi. deduzco que por el medicamento te dio un algo de asma alergico??
    es que me encanta leer el vademecum antes de dormir

    ResponderEliminar
  3. Vaya, yo creía que esas cosas sólo pasaban en el porno.

    ResponderEliminar
  4. Màs transisión. Creeme, vivir en Ávila (en Benavente, en Melilla) es una suerte si necesitas atención mádica.

    ResponderEliminar
  5. dos enfermeras, una joven (por cierto bastante atractiva y que fue la que vio mi parte trasera al descubierto)

    aiiiiiiiiii, julandrooonnnn, pro eso no keres venirte a la escursion de fin de curso, xke intimastes cn la enfrmera y ai x ai algo... jajaja

    un abrazo

    ResponderEliminar

No dudes en comentar este artículo si te apetece. Sólo pedirte un pequeño favor: "no utilices abreviaturas que atenten contra nuestra lengua común".